TEMAS
ENAMORAMIENTO DE DIOS por Mons. Munilla

ENAMORAMIENTO DE DIOS, meditación de Mons. José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián (España).

Textos patrísticos sobre el amor a Dios que menciona el obispo al final de esta conferencia:

La flecha de Dios
«Cuando el amado llama a la amada, sale el alma y busca al que no se deja encontrar, a aquel a quien la significación de las palabras no alcanza [...] aprende que está enamorada por aquel que no se deja alcanzar. Ella tiende a lo inasequible. Esto es lo que en cierto modo la golpea y hiere: considerar que su tendencia hacia el bien no tiene límite ni puede ser satisfecha. El velo de la pena se levanta cuando la esposa reconoce que en avanzar sin descanso, en la búsqueda, y subir sin parar, está la verdadera alegría de lo que ella desea cada vez que del deseo satisfecho nace nuevo anhelo de cosas más sublimes.
Así pues, habiéndose quitado el velo de la desesperanza y después de haber visto la belleza infinita e indescriptible del ser amado, el alma despliega sus fuerzas en busca de eternidad y se inflama en más fuertes deseos. Manifiesta a su amado [...] la disposición de su corazón, habiendo recibido en ella, dice, el dardo con que Dios la escogía. Ha sido alcanzada por la aguda flecha de la fe y en sitio mortal el flechazo del amor. Dios es amor, dice San Juan (1 Jn 4,8). A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos». (GREGORIO DE NISA, Homilía sobre el Cantar de los Cantares, 12,14: PG 44,1036-1037).
La casa de Dios
«Sea Dios morada para ti y sé tú morada para Él; permanece en Dios y que Dios permanezca en ti. Dios permanece en ti para contenerte; tú permaneces en Dios para no caer [...}. En efecto, ¿cómo le íbamos a amar si no nos hubiese amado El antes? Al amarle nos hemos hecho amigos de Él, pero Él nos amó cuando éramos sus enemigos, para hacernos sus amigos. Él nos amó antes y nos otorgó amarle a Él. Aún no le amábamos; amándole nos volvemos bellos. [...] Nuestra alma, hermanos, que se ha hecho fea por la maldad, se vuelve bella amando a Dios. ¿Qué clase de amor es ese que devuelve la hermosura al alma que ama? Dios es siempre hermoso, nunca deforme, nunca sujeto a cambio. El que siempre es hermoso nos amó el primero y ¿cómo éramos cuando nos amó, sino feos y deformes? Pero si nos amó no fue para dejamos en nuestra fealdad, sino para transformamos y, de deformes, hacernos bellos. ¿Cuándo llegaremos a ser bellos? Amando a quien siempre es bello. La belleza crece en ti en la misma proporción en que crece tu amor, puesto que la caridad misma es la belleza del alma. [...] [Te ha dado] el amor de la caridad, de modo que, convertido en amante, corras y, a la vez que corres, ames. Ya tienes esa belleza, pero no te mires a ti mismo, no sea que pierdas lo que recibiste; mira a quien te hizo bello. Tú, por tu parte, centra toda tu mirada en Él, pide caer en sus brazos, teme alejarte de Él, corre hacia Él, a fin de que permanezca en ti el amor casto que permanece por los siglos de los siglos». (AGUSTÍN, Homilías sobre la Primera carta de san Juan, 9,1.9).
Se acerca y se aleja
«Luego, la esposa contempla al Esposo, el cual, una vez visto, desaparece. Y hace eso reiteradamente en todo el Cántico. Nadie puede comprender esto, sino aquel que lo ha padecido él mismo. Frecuentemente, Dios me es testigo, he contemplado al Esposo que se acercaba a mí y estaba conmigo lo más posible; el cual, repentinamente me dejaba y no podía encontrar al que buscaba. Nuevamente deseo su venida y a veces viene de nuevo, y cuando ha aparecido y ha sido abrazado por mis manos, otra vez se me escapa y, cuando se me ha escapado, nuevamente es buscado por mí, Y esto lo hace de modo frecuente, hasta que lo posea verdaderamente y ascienda apoyada sobre mi amado». (ORÍGENES, Homilías sobre el Cantar de los Cantares, 1,7: SC 37).
Amigos de Dios
«En esto consiste realmente la perfección: no en dejar la vida de pecado por temor del castigo a la manera de los esclavos, ni en practicar el bien por la esperanza de la recompensa, traficando en la vida virtuosa con mentalidad interesada y calculadora. No busques los bienes que, como Dios ha prometido, están reservados a nuestra esperanza ciertamente. Aspiremos a no perder la amistad divina y a no estimar nada por encima de lo que es honroso y amable, Aspiremos a ser amigos de Dios. En esto consiste, a mi parecer, la vida perfecta». (GREGORIO DE NISA, Vida de Moisés, XXXI, 320).
Primera carta del apóstol San Juan
«Y nosotros hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tiene. Dios es Amor: y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. En esto ha alcanzado el amor la plenitud en nosotros: en que tengamos confianza en el día del Juicio, pues según es él, así seremos nosotros en este mundo. No cabe temor en el amor; antes bien, el amor pleno expulsa el temor, porque el temor entraña castigo; quien teme no ha alcanzado la plenitud en el amor» (1 Jn 4,16-18).

 

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