Nuria Vadillo entrevista a Marta, que cuenta la dura realidad del síndrome post aborto y la gran ayuda que proporciona el Proyecto Raquel.
En cada aborto hay, por lo menos, dos víctimas: una es claramente el niño, pero la otra es la mujer. Las consecuencias de un aborto provocado, especialmente quirúrgico, son mucho más dramáticas de lo que se suele admitir, llegándose a la censura (“son solo cuatro células”, “no se da cuenta de nada”, “te lo quitas de encima y te olvidas”, “no es nada, muchas lo han hecho”…). Pero el aborto nunca va a mejorar la vida a nadie. Las mujeres sufren consecuencias que pueden aparecer años más tarde, e incluso sentimiento de culpa, ansiedad, insomnio, depresiones, mayor riesgo de suicidios, síndrome del aniversario, angustia con las cosas o personas que asocian a su aborto, etc.