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. - Ángelus con el Papa, Domingo 20 de diciembre

Domingo 20 de diciembre de 2015
- A la hora del Ángelus del IV domingo de Adviento, en que tradicionalmente la Plaza de San Pedro acoge a los niños de los Oratorios Romanos – quienes con alegría esperan el saludo del Papa y la bendición de las imagenes del Niño Jesús que colocarán en los pesebres de sus casas – el Santo Padre Francisco recordó que en Navidad, Dios se nos da completamente a sí mismo donando a su Hijo, el Único que es toda su alegría.

En efecto, en esta ocasión, y en el ámbito del Jubileo extraordinario de la Misericordia, llegaron en peregrinación numerosos niños de los Oratorios Romanos para cruzar la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro y asistir a las 10.00, en la Basílica Vaticana, a la Santa Misa que presidió el Cardenal Angelo Comastri, Vicario del Papa para la Ciudad del Vaticano, en espera del rezo del Ángelus.

Al comentar el Evangelio de San Lucas, que relata la visita de María a su prima Isabel – que se sintió envuelta en un gran estupor al ver a la madre de su Señor – el Santo Padre recomendó que para celebrar la Navidad de manera proficua, nos detengamos en los “lugares” del estupor.

Y el primer lugar del estupor – dijo – es el otro, en el que debemos reconocer a un hermano, porque desde el nacimiento de Jesús, “cada rostro lleva impresas las semblanzas del Hijo de Dios”. Y de modo especial cuando se trata del rostro del pobre, porque Dios entró en el mundo siendo pobre y permitió que fueran los pobres los primeros que se acercaron a Él.

Otros lugares en los que, si miramos con fe, experimentamos el estupor – siguió explicando el Pontífice – son la historia, ante la que corremos el riesgo de no interpretarla bien, cuando nos parece determinada por la economía de mercado, regulada por la finanza y las especulaciones, y dominada por los poderosos de turno. Y la misma Iglesia, que debemos sentirla como Madre y no sólo como una institución religiosa, la cual, a pesar de sus manchas y arrugas, deja translucir los lineamientos de la Esposa amada y purificada por Cristo Señor.


Palabras del Papa

Queridos hermanos y hermanas,

también hoy dirijo un pensamiento a la amada Siria, expresando mucho aprecio por el acuerdo apenas alcanzado por la Comunidad internacional. Aliento a todos a continuar con generoso impulso el camino hacia el cese de las violencias y hacia una solución negociada que conduzca a la paz. De igual manera pienso en la cercana Libia, donde el reciente compromiso asumido entre las Partes para un Gobierno de unidad nacional invita a la esperanza para el futuro.

Asimismo deseo sostener el compromiso de colaboración al que han sido llamados Costa Rica y Nicaragua. Auspicio que un renovado espíritu de fraternidad refuerce ulteriormente el diálogo y la cooperación recíproca, como también entre todos los Países de la Región.
Luego de pedir nuestra oración también por los hermanos de la India que están sufriendo por diversos desastres naturales, el Obispo de Roma saludó a los fieles y peregrinos congregados, y de manera especial a los muchos chicos y chicas presentes este domingo en la Plaza de San Pedro que trajeron los niños de sus belenes para que el Papa los bendiga. “Queridos niños, cuando recen delante de sus pesebres, acuérdense también de mí, como yo me acuerdo de ustedes” fue la cálida invitación de Francisco a los pequeños.

Saludo del Papa

Mi pensamiento va en este momento a las queridas poblaciones de la India, golpeadas recientemente por un grave aluvión. Recemos por estos hermanos y hermanas, que sufren a causa de tal calamidad, y confiemos las almas de los difuntos a la misericordia de Dios. Recemos por todos estos hermanos de la India un Ave Maria a la Virgen: Ave Maria, …

Saludo con afecto a todos ustedes, queridos peregrinos provenientes de varios países para participar en este encuentro de oración. Hoy el primer saludo está dedicado a los niños de Roma, venidos para la tradicional bendición de los “Niñitos”, organizada por el Centro de Oratorios Romanos. Estos niños si que saben hacer bulla, ¿eh? Queridos niños escuchen bien, cuando recen delante de sus pesebres, acuérdense también de mí, como yo me acuerdo de ustedes. Les agradezco, y ¡feliz Navidad!

Saludo a las familias de la comunidad “Hijos en el Cielo” y aquellas ligadas, en la esperanza y en el dolor, al Hospital Bambino Gesù. Queridos padres, les aseguro mi cercanía espiritual y los estimulo a continuar su camino de fe y de fraternidad.

Saludo a la coral polifónica de Racconigi, al grupo de oración “I ragazzi del Papa” – ¡gracias por su apoyo! – y a los fieles de Parma.

Auguro a todos un buen domingo y una Navidad de esperanza, y llena de estupor, del estupor que nos da Jesús, lleno de amor y de paz. No se olviden de rezar por mí. Buen almuerzo y ¡hasta la vista!


 

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