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-. Ángelus con el Papa - Domingo 24 de enero 2016

DOMINGO 24 DE ENERO DE 2016
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!

En el Evangelio de hoy, el evangelista Lucas antes de presentar el discurso programático de Jesús de Nazaret, resume brevemente su actividad evangelizadora. Es una actividad que Él realiza con el poder del Espíritu Santo: su palabra es original, porque revela el sentido de las Escrituras; es una palabra autorizada, porque manda incluso a los espíritus impuros y estos obedecen (Cfr. Mc 1, 27). Jesús es diverso de los maestros de su tiempo: por ejemplo, Jesús no ha abierto una escuela para el estudio de la Ley, pero va a predicar y enseña por doquier: en las sinagogas, por las calles, en las casas, siempre andando. Jesús también es diverso de Juan Bautista, quien proclama el juicio inminente de Dios, mientras Jesús anuncia su perdón de Padre.

Y ahora entramos también nosotros – imaginamos – que entramos en la sinagoga de Nazaret, la aldea donde creció Jesús hasta llegar casi a los treinta años. Lo que sucede allí es un acontecimiento importante, que traza la misión de Jesús. Él se levanta para leer la Sagrada Escritura. Abre el rollo del profeta Isaías y elige el pasaje en el que está escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres” (Lc 4, 18). Después, tras un momento de silencio lleno de la expectativa de todos, dice, en medio del estupor general: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír” (v. 21).

Evangelizar a los pobres: ésta es la misión de Jesús; según [lo que] Él dice; ésta es también la misión de la Iglesia, y de todo bautizado en la Iglesia. Ser cristiano y ser misionero es la misma cosa. Anunciar e1 Evangelio, con la palabra y, antes aún, con la vida, es la finalidad principal de la comunidad cristiana y de cada uno de sus miembros. Se nota aquí que Jesús dirige la Buena Nueva a todos, sin excluir a nadie, más bien, privilegia a los más lejanos, a los que sufren, a los enfermos, a los descartados de la sociedad.

Pero hagámonos una pregunta: ¿Qué significa evangelizar a los pobres? Significa ante todo acercarse a ellos, significa tener la alegría de servirlos, de liberarlos de su opresión, y todo esto en el nombre y con el Espíritu de Cristo, porque es Él el Evangelio de Dios, es Él la Misericordia de Dios, es Él la liberación de Dios, es Él quien se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza.

El texto de Isaías, reforzado por pequeñas adaptaciones introducidas por Jesús, indica que el anuncio mesiánico del Reino de Dios venido entre nosotros se dirige de modo preferencial a los marginados, a los prisioneros y a los oprimidos.

Probablemente en tiempos de Jesús estas personas no estaban en el centro de la comunidad de fe. Y podemos preguntarnos: ¿Hoy, en nuestras comunidades parroquiales, en las asociaciones, en los movimientos, somos fieles al programa de Cristo? ¿La evangelización de los pobres, llevarles el feliz anuncio, es la prioridad?

Atención: no se trata sólo de hacer asistencia social, y menos aún actividad política. Se trata de ofrecer la fuerza del Evangelio de Dios, que convierte los corazones, sana las heridas, transforma las relaciones humanas y sociales según la lógica del amor. En efecto, los pobres están en el centro del Evangelio.

Que la Virgen María, Madre de los evangelizadores, nos ayude a sentir fuertemente el hambre y la sed del Evangelio que hay en el mundo, especialmente en el corazón y en la carne de los pobres. Y obtenga para cada uno de nosotros y a toda comunidad cristiana testimoniar concretamente la misericordia, la gran misericordia que Cristo nos ha donado.

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Después de rezar la oración mariana, el Obispo de Roma dirigió su saludo a los numerosos fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro deseosos de escuchar su comentario al Evangelio dominical.

El Pontífice recordó, “que la misión de la Iglesia y de todo bautizado es evangelizar a los pobres”, anunciando el Evangelio con las palabras y la vida.

Dirigiéndose a los peregrinos provenientes de diversas partes del mundo, el Papa Francisco saludó en particular a los “estudiantes de Zafra y a los fieles de Cervelló (España); a los participantes en el congreso promovido por la Comunidad mundial para la meditación cristiana y los grupos de fieles llegados de la Arquidiócesis de Bari–Bitonto, de Tarcento, Marostica, Prato, Abbiategrasso y Pero-Cerchiate”.

“Y a todos – concluyó diciendo el Santo Padre – les deseo un feliz domingo”. A la vez que pidió que no se olviden de rezar por y él, y se despidió, como es costumbre, con la conocida frase de “buen almuerzo y hasta la vista”.

Texto completo de los saludos del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas,

Saludo con afecto a todos ustedes, provenientes de diversas parroquias de Italia y de los otros Países, como también a las asociaciones y las familias.

En particular, saludo a los estudiantes de Zafra y a los fieles de Cervelló, son españoles; a los participantes en el congreso promovido por la “Comunidad mundial para la meditación cristiana” y los grupos de fieles llegados de la Arquidiócesis de Bari–Bitonto, de Tarcento, Marostica, Prato, Abbiategrasso y Pero-Cerchiate.

A todos les deseo un buen domingo y por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

(Radio Vaticano)

 

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