Impresionante testimonio del joven Dimitri Conejo. Nacido en Rusia en una familia de padres alcohólicos, que desde los cinco años tenía que ir al mercado a pedir limosna para comer él y dar de comer a su hermana y que fue recogido junto a su hermana en un orfanato. Un día un sacerdote ortodoxo visitó su orfanato y le dijo que Dios lo amaba. El no había oído nunca nada sobre Dios. Le dejó unos iconos y un libro de oraciones para niños. Todos los días, cuando sus compañeros se acostaban, se encerraba en el baño y hablaba con su amigo desconocido. Y en ese lugar, del que todos le aseguraban que nunca saldría, Dios respondió a sus oraciones. Allí comenzó una aventura extraordinaria con Él, con acercamientos y alejamientos también. Hoy, como un nuevo San Pablo, ha consagrado su vida y su vocación a anunciarle a través de las nuevas tecnologías.